Mañana me enfrento a mi muro, a
mi oscuro acompañante, el que hace meses que me acecha. Me siento abatido y exhausto de esta lucha, hoy todo vuelve a mí. La falsa tranquilidad que hasta hace unas horas me acompañaban se ha transformado en un horrible monstruo que devora mis tripas, mi estómago no deja de rugir, y no de hambre.
Los nervios afloran y no dejo de dar vueltas alrededor de la silla, una y otra vez, mientras mi cabeza se consume a si misma, la luz de mi habitación me acompañan en unos minutos de agonía, la infusión doble de valeriana decora mi escritorio desprendiendo su aroma a tranquilidad, la que no acaba de llegar.
Quizá sea normal estar así y no soy más que un pequeño bichillo, pequeño e indefenso, O quizá exagere y solo deba dormir.