De dos días, elijo los dos.
Una fantástica brisa de intimidad y un tornado imparable de risas, miradas y sonrisas.
Mi mejor noche, y mi mejor despertar.
La naturalidad de levantarse sonriendo y sin parar de soltar palabras como bonica o te quiero.
La necesidad de repetirlo, de volver a compartir una noche.
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Burbujea pues...