Cuando las luces se apagan y a mi vela tan sólo le queda un minuto de cera.
Yo, me siento conmigo, con mis adentros…
Me siento sobre mí y busco con ilusión ese candado que día a día impide abrirme al mundo.
Con mimo le hablo…
Le pido que se vaya, que se aleje… Que me deje ser ese que sorprende.
Y entender que la vida no es más que un puñado de nubes que vienen y van.
Pero sólo nubes que tarde o temprano descargan su rabia y nos dejan en paz…
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Burbujea pues...