"Ese tú y el mundo".
Ayer me dispuse a hacer una salida corta para matar el tiempo, apenas 12 insignificantes kilómetros con los que aprovechar el fresco del atardecer. Subí a la montaña por un caminos pedregoso poco concurrido debido a lo escondido que está, la falta de adherencia destacable en la rueda delantera se hizo notar a lo largo de la subida, era un camino bastante estrecho con un profundo desnivel en el borde con su consecuente caída pronunciada a modo de cortado del terreno.
En dos ocasiones me patinó la rueda hacía el borde y estuve a milímetros de precipitarme montaña abajo. Debí darme cuenta del peligro pero cegado por la ignorancia y centrado en continuar seguí subiendo por el camino.
Me costó pero acabé llegando arriba, paré a descansar un tiempo y reponer energías antes de volver montaña abajo, pero esta vez por asfalto ya que me encanta bajar por esa carretera, notar el viento en la cara y sentir la velocidad en la piel.
Cuando descansé lo suficiente decidí volver, un coche salió detrás mío, a la segunda curva la cuesta era ya bastante pronunciada y me puse en posición aerodinámica (lo máximo que me deja una bici de MTB, no es una flaca). Empecé a coger velocidad, tanta que perdí al coche de vista, iba tomando las curvas lo más agachado posible y con las manos pegadas al eje del manillar. Estaba oscureciendo y yo iba cada vez más rápido. En esta carretera siempre se suele coger bastante velocidad.
No sé el motivo, pero a pesar de todas las veces que había pasado por ahí empecé a temblar, las piernas me bailaban de forma descontrolada, decidí poner las manos sobre las manetas para ganar estabilidad, iba demasiado rápido, ya empezaba a estar oscuro cuando se veía una curva hacía la derecha, intenté tomarla pero la velocidad era excesiva, la curva era demasiado cerrada, y aún inclinado empecé a desplazarme hacía el exterior de la curva sobrepasando el carril contrario.
En ese instante solo veía dos posibilidades: inclinarme más e intentar tomar la curva o intentar frenar. La primera opción era inviable debido a que si me inclinaba era imposible no acabar arrastrándome sobre el asfalto y destrozándome entero el cuerpo, la segunda opción era la más adecuada pero corría el riesgo de acabar saliéndome de la calzada acabando con una caída importante y acabaría destrozado igualmente. En ese momento agradecí enormemente el llevar casco porque iba a acabar bastante mal. Frené con todas mis fuerzas mientras rezaba en silencio para que ningún coche viniera de frente, gasté la mitad de los frenos e incluso parte de la cubierta trasera pero conseguí disminuir la velocidad y pude tomar la curva a unos centímetros del borde exterior.
Seguí por la carretera, ya no temblaba sino que todo mi cuerpo vibraba con la simple brisa. Tras esto y en la siguiente carretera que tomé, perpendicular a ésta, cada vez que pasaba de 50Km/h frenaba. Iba asustado y excitado, la adrenalina se había convertido en miedo...
Cundo llegué a casa aún seguía temblando, miré la velocidad máxima y rozaba los 65Km/h, me extrañó ya que mi récord es de 66Km/h, pero aquella vez fue en apenas 100m y en esta ocasión había recorrido casi 2Km por encima de los 60Km/h.
Ayer pasé verdadero miedo y me ha hecho plantearme muchas cosas, no diré que voy a colgar el casco (de decirlo me estaría engañando a mi mismo) pero sí que tengo muchísimo más respeto hacía este deporte del que tenía antes. Sinceramente no sé que hubiera pasado de haber ido con la de carretera, quizá hubiera controlado mejor la bajada o quizás me hubiera matado.
Lo que sí sé es que mi forma de ver el ciclismo ha cambiado y a partir de ahora me tomaré más enserio todos los peligros que se puedan prever en ruta.
Aún siendo joven, creo que ya no debería salir tan "alocado" como antes.
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