Una vez conocí un lugar y me emancipé de mi fortaleza.
Contemplé tu belleza, y arropé tu calor cada noche acariciando tu blanca piel.
Pero atado a la pata de tu cama me hallo, quiero reírte las gracias y contar las venas de tu mirada.
Quiero traerte el sol entero para desayunar y abandonar la academia de la soledad.
Desde la cima de la montaña el viento me acaricia, mi pelo volátil no cesa de buscar la luz de tu mirada y los besos de la tierra que puso y que ya no anhelo.
Somos presos de un baile de caricias unido a un corazón.
que cosa más bonita!!!!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado :)
EliminarTengo muchas cosas escritas y es hora de que vean la luz.