Uno de los ideales a los que se aferran los paracaidistas es el de levantarse y continuar tras el duro golpe de la caída, y eso es lo que llevo haciendo este tiempo.
Cuando decides dar ese “paso" hacía la incertidumbre de lo desconocido tomas la fría decisión de afrontar todo lo que conlleva esa decisión, tanto si sale bien como si sale mal. Durante la incesante caída te limitas a tomar las decisiones correctas para caer lo mejor posible y así reducir el daño que te va a producir darte contra el suelo mientras disfrutas de las vistas del descenso lo mejor posible.
Cuando llegas a hundirte en la miseria y el suelo golpea violentamente tu cuerpo, tu mente y hasta tu alma, es cuando debes de empezar a luchar por ti mismo y levantarte sin esperar la llegada de la ambulancia, así llegarás a sentirte vivo demostrándote lo que vales.
Este mismo suceso tan poco elocuente se da en todas las relaciones que acontecen nuestra vida. Cuando caes en picado solo puedes encogerte y esperar a tocar fondo para después prepararte y levantarte, y de esa forma sentirte vivo por haberlo conseguido.
Y eso es lo que llevo haciendo estos meses: levantarme.
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