Estos días han sido protagonistas de una niebla que ha cubierto muchas cosas.
Pero se va, se está yendo y sé que al menos, en un período próximo no volverá.
Han sido días en los que uno aprende a valorar lo que tiene y lo que puede irse. Además de recuperar la cordura y no lanzarse con el corazón en la mano a todo aliento que fluya de su interior.
La cordura y la estabilidad es necesaria, y sobra esa pesadez innata que crece en mi a cada día. Yo por conservar lo que tenemos, lo que hemos construido, voy a cesar de expresarme de forma tan detallada como hasta ahora.
Mi presencia muchas veces es indigna y sobrante, y se debe diferenciar lo que sí y lo que no.
Esa falta de cobertura que hace que se esté pendiente, ese sensible estado de todo y nada.
Días de calma con el cielo despejado.