Es un mar salado, hace escocer sus ojos, irrita su piel.
Hace remolinos y mueve piedras, esas piedras martillean sus delicados pies mientras nada en mí.
El agua está tan fría que empieza a tiritar, sus labios morados sólo desean salir de ahí.
Su vello, en punta, grita en busca de calor, de una toalla donde poder secarse. pero antes debe salir de aquí.
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Burbujea pues...