Escribir por escribir...
Eso es lo que voy a hacer yo, no sé ni de que voy a hablar ni que diablos pasan por mi cabeza.
Siempre he sido un ser oscuro y extraño, o eso he querido ser.
Desde hace un tiempo soy, o era, muy feliz. En ese momento me di cuenta de que mi fracaso era sólo una mascara, una maldita y falsa careta.
En el fondo no soy así, nunca he sido así. Me creía que era así por pura niñería.
Todo cambió cuando viví junto a la flor más hermosa que vi, y formó parte de mi jardín.
Me sonreía a menudo, muchas veces con su limpia mirada. Yo le respondía con otra sonrisa.
Muchas veces salía al jardín a visitar a mi bella y hermosa flor, la solía regar con sonrisas, puede que necesitara abono pero siempre la regué con millones de sonrisas puras acompañadas muchas veces de igual cantidad de caricias.
De tantas sonrisas me sentía pequeño y empecé a darle pequeños mordiscos, suaves y cariñosos, y creo que un día me pasé y el mordisco pasó a ser de verdad.
No estoy seguro pero creo que me la comí.
Pero no, ella seguía sin un sólo rasguño, resplandeciente cual pequeño sol.
Y brillaba como el mismo sol porque ya no era una florecilla de mi jardín, era el sol de todo mi campo.
Era el sol de todo mi cielo, las nubes bailaban a su alrededor, yo lo miraba sonriente mientras me alumbraba con su luz.
Continuará (puede)
...
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