Somos sólo palabras y sin embargo late un corazón tras estas manos que dice, que cuentan, que esculpen a la distancia tallas sonoras y sordas. Me oyes dentro de tu cabeza y me pregunto con que voz me oirás. Me acomodo en tus ojos que huelen a salitre y desde ahí nos miramos profundamente, y me quedo un rato, en sacro silencio.
Me quedo un rato... aún cuando crees que me he ido
No te olvides, si me lo propongo no seré olvido.
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Burbujea pues...