Todo esto mientras miraba al consolador vacío que ante mí se hallaba, miraba y miraba, y una sonrisa muda por dentro se me escapaba. Acababa de tomar una decisión, pero no ahí ni en ese instante, estaba tan decidido que quería esperar a otra ocasión más especial que me llenara de felicidad.
Apenas había empezado a planear mi gran paso hacía la estabilidad, en busca de mi propia felicidad, cuando el teléfono... sonó.
-Hola, ¿quién es?
-El sol.
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Burbujea pues...