Tras tanto tiempo de convivir con esas corrientes de agua dulce recorriendo mis vasos sanguíneos, viviendo en mi como si fuésemos uno, sin dejar más paso que a su sangre y a la mía, sintiendo que cada gota le pertenece,
es curioso como puede llegar a colarse una pequeña gota por una minúscula vena y, como si de un ninja invisible se tratase, entrar en tu corazón escondida entre otras gotitas de sangre para una vez allí empaparse de mi oxígeno y así salir gloriosa a recorrer mi cuerpo haciéndose con él.
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Burbujea pues...