El humo de los bares es aquella espesa niebla que me da la vida en el grácil instante en que mi mente se evade y busca aquella manta que le daba la vida junto a la brisa, que recorría entre las pequeñas hojas de césped de aquel jardín, donde vivíamos.
El frío vaso de culo ancho chocando contra la dura barra, de ese oscuro antro, me recuerda que la vida es más que el aire que respiramos, no obstante, la vida se disfruta sabiendo cómo hacerlo y no dejando jamás que ni un momento se deslice entre nuestros dedos, por muy diminutos que sean los granos de arena que lo componen.
La música suena de fondo cuando una chica con su preciosa melena atezada y una dulce sonrisa, se me acerca a sacarme a bailar. Es en ese momento cuando todo el humo y el ardor de esa última copa entra en mi alma convirtiéndola en cenizas para disponerlo todo y hacer que esa noche sea la única noche.
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Burbujea pues...