El tiempo pasa y le pierdes la pista a mucha gente, personas que formaban parte de tu vida y otras que simplemente lo fueron todo, al menos durante una época.
Pasan las horas, los días, meses y años sin saber nada, y te olvidas...
De repente, un día cualquiera, tu cabeza empieza a remover recuerdos, algunos fomentados por un comentario atemporal olvidado en un blog cualquiera, y otros que ya estaban ahí, en una caja dentro de un cajón en la habitación más recóndita de tu mente.
Y ahora te das cuenta de todo, recuerdas lo duro que fue avanzar en esa dura etapa y lo que ha pasado desde entonces, ha llovido mucho como se suele decir. Muchos momentos malos pero muchos más felices y ahora ves que en tu corazón solo queda lo bueno.
Es hora de decirlo, aunque este texto sí que sea atemporal como ir a la playa en pleno enero a tomar el sol y darte un baño, este texto sobraría pero no quiero que sobre.
Recuerdo aquellas tardes de verano, y de invierno, esos helados charlando o esos cafés sonriendo. Esos paseos por la tarde hasta tu casa o sin destino, recuerdo todo, pero sobre todo tu nariz y tu sonrisa. O las caricias, los momentos felices y tu olor, el de tu piel y el de aquella colonia que me volvía loco.
Obviamente si alguna vez lees esto pensarás que qué cojones hago escribiendo esto tantísimo tiempo después, pero la vida es así y en la mente no mandamos, lo sabes. Hoy me he acordado de ti porque la vida lo ha querido, sin saber el porqué hoy eres el motivo de mi escritura.
Eramos parecidos, nos gustaba escribir (aunque yo me quedé en "gustar, lo tuyo era talento) y seguro que recordarás los textos, los regalos y aquel hilo rojo que colgaba por todas las fachadas de nuestra ciudad natal, aquel hilo lleno de sentimiento que unía nuestras ventanas todas las noches, o ese mismo cielo estrellado con su luna anaranjada que veíamos a la vez estando separados, y juntos en otras ocasiones.
Siempre hubo algo importante, sin definiciones pero lleno de sentimiento, que nos vino grande. Reconozco que recuerdo todo con una sonrisa pero también lo recuerdo como algo juvenil y lejano.
Formaste parte de mi vida y fuiste durante un tiempo protagonista de ella, por eso y mucho más siempre estarás ahí, dentro de una recóndita habitación de mi alma preparando un bizcocho con esa dulce sonrisa que me tenía enamorado.
Y espero estar, yo también escondido, en alguna habitación de tu alma, desde donde te deseo lo mejor.
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