domingo, 22 de abril de 2012

Aire...

Acaba de entrar un cálido aroma a calma, ha penetrado en mis fosas una suave brisa veraniega y no he podido sino sonreír.
Las cortinas se balancean suavemente al ritmo del suave viento y se ondulan,queriendo imitar el palpitar del corazón de una niña que aun duerme o a unos pulmones que con tedio inspiran y expiran.
He sonreído al sentir ese viento sobre mi rostro, trayéndome un dulcísimo olor a través de las cortinas.
Por un segundo esta brisa ha esbozado en mi mente la maravilla de momentos que se vislumbran en un horizonte no lejano... una gran montaña de horas al verde sol,sobre la dorada hierba de tus praderas...
Decenas de imágenes de cientos de días que están por venir al calor del verano y a la sombra de tu cuerpo...
Pero no me hagas caso, tan solo era aire entrando por mi ventana.



Pues sí, solo aire...
¿Pero sabes? Aunque solo sea un soplido, a veces uno se agarra a una ligera brisa y, ya no con la fuerza de entrar por una ventana porque a veces simplemente basta con una caricia del aire, un breve contacto que se queda ahí de forma permanente.
Porque puede que ese aire haya creado un horizonte mientras a la vez continua pintando un paisaje de colores cálidos y vivos, con formas totalmente nítidas y a la vez llena de borrones de tinta y pluma, que a la vez hace que el lienzo coja aún más color.

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